‘Desmontando a Lucía’, una propuesta singular que logra un gran impacto en los espectadores
El director Alberto Utrera presenta un largometraje poliédrico que contiene drama, suspense, comedia, romance, perspectiva de género y que el mismo cineasta califica como comedia negra
El salón de actos Carlos Saura de la Facultad de Ciencias de la Información acogió el preestreno de Desmontando a Lucía, una película que desafía los límites de los convencionalismos cinematográficos. Tras la proyección, tuvo lugar un coloquio en el que participaron el director Alberto Utrera y dos de los actores de reparto, Julián Villagrán y Rodrigo Poisón.
El largometraje se inscribe dentro del género de comedia negra, un estilo que hace humor de los aspectos más oscuros de la vida, como, por ejemplo, la muerte. La película introduce al espectador en una historia cargada de enigmas, cuya resolución se va desvelando a medida que avanza la trama. Los protagonistas, interpretados por Susana Abaitua (Lucía) y Hugo Silva (Simón), enfrentan sus propios conflictos emocionales y personales, lo que los lleva a tomar decisiones que desencadenan una serie de eventos chocantes. Su relación se irá tejiendo en un contexto de tensión que dará lugar a un romance casual.
Desmontando a Lucía es un proyecto atípico que fusiona diversos géneros, con un marcado énfasis en el cine negro al estilo de Humphrey Bogart, pero con una dosis de humor. El personaje de Simón, un apasionado del género, se imagina a sí mismo y su vida en blanco y negro, lo que da lugar a varias secuencias visualmente estilizadas en las que sus protagonistas se presentan como personajes sacados de los clásicos de los años 40. Por otro lado, Lucía presenta un trastorno mental derivado de un trauma del pasado, lo que le lleva a distorsionar sus recuerdos, sustituyendo los reales por otros más felices e inventados. Este juego psicológico invita al espectador a cuestionar constantemente los límites entre la cordura y la locura. A lo largo de la trama, se desvelan las complejidades emocionales y psicológicas de los personajes mientras se abordan temas sociales de gran relevancia, como el maltrato machista y el abuso sexual.
El proyecto, una apuesta arriesgada del director Alberto Utrera, comenzó a tomar forma hace cuatro años con la elaboración del guion. “Pensaba que esta película nunca vería la luz, pero cuando Hugo Silva aceptó el papel, supe que era posible llevarla a cabo. También le debo mucho a las productoras que han participado en el proyecto, porque son fundamentales para sacar adelante una película”, confesó el director.
Julián Villagrán, ganador del Premio Goya al Mejor Actor de Reparto en 2013 por su interpretación en Grupo 7, destacó la importancia del trabajo en equipo, donde cada miembro aporta su creatividad para enriquecer el producto final: “En algunas películas hay una figura central que ejerce como un dictador, pero en este caso no ha sido así”, afirmó. Por su parte, Rodrigo Poisón reforzó esta idea y señaló que “Ningún actor puede desprenderse de su persona. En esta película tuvimos la oportunidad de jugar, el director nos brindó ese espacio de recreo”. Ese espacio creativo dio lugar a lo que podría considerarse uno de los títulos con más difícil encaje de la temporada.