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Los puntos principales del programa electoral de Donald Trump

Durante su campaña electoral, Donald Trump ha seguido la misma línea que en las elecciones de 2016 y 2020, caracterizadas por un fuerte proteccionismo económico, rechazo a la inmigración, el conservadurismo social y una tendencia aislacionista, marca de la casa del Partido Republicano. El candidato ha enfocado sus ataques en la inmigración y la economía, dos cuestiones complejas y controvertidas que ya le ayudaron a ganar la presidencia hace ocho años. Los dos intentos de asesinato que sufrió en los últimos meses han servido para acrecentar la imagen de mártir con la que se ha presentado, mientras que a sus espaldas arrastra un historial judicial que parece no hacer mella entre sus votantes, en el que destaca el escándalo que involucraba a la actriz pornográfica Stormy Angels de 2018 y cuatro cargos relacionados con el asalto al Capitolio tras la victoria del demócrata Joe Biden.

En materia de política exterior, el discurso es muy similar al demócrata: proteccionismo y China como principal rival económico. Sin embargo, la visión del candidato republicano es más extrema, lo que supondría una subida de los aranceles y una actitud más hostil respecto al gobierno de Pekín. Además, enfriaría las relaciones con Europa, lo que tendría implicaciones importantes sobre la guerra de Ucrania. En referencia a Gaza, el otro gran conflicto con participación activa de EE. UU., Trump ha mostrado una actitud más próxima a las reivindicaciones de Israel que su rival, Kamala Harris. Esto se podría traducir en una intensificación del conflicto con consecuencias tanto en Rusia como en toda la zona euro. Su mensaje es claro: alabanzas hacia el presidente de Rusia Vladimir Putin y críticas hacia la OTAN.

La inmigración es de los puntos estrella del ideario de Trump, llegándola a calificar como una “invasión”. En su anterior mandato, sus políticas afectaron a 5.000 familias de migrantes, separando a los menores del resto de la unidad familiar. En esta ocasión se habla de revocar el estatus legal de miles de migrantes, los cuales, según declaró a la revista Time el pasado abril, son entre 15 y 20 millones de personas que residen ilegalmente en Estados Unidos. Pese a su retórica del inmigrante-invasor, en junio sorprendió con unas declaraciones en las que proponía otorgar la green card o tarjeta de residencia a todos los extranjeros que se graduaran en universidades estadounidenses. Una promesa que no casa con su discurso, en el que se incluyen medidas como ampliar la ley de inmigración y con las fuertes críticas al proyecto de ley de la administración Biden para nacionalizar a millones de inmigrantes indocumentados. 

Desregularizar la extracción de gas y petróleo es otro de los puntos principales de su ideario en materia económica, con el cual se pretendería otorgar mayor independencia energética al país. También mantiene a China muy presente, por lo que promete el aumento de las tarifas hasta el 60% para las importaciones de este “rival”. Una de sus ideas más controvertidas es reducir los impuestos de las grandes empresas, que además podrán contar con más ventajas si producen en suelo estadounidense.

El aborto es uno de los principales debates de esta campaña presidencial que no es tratado directamente por el candidato. Trump defiende que cada estado sea libre de decidir sus propias políticas, además de poderse interrumpir, en todo caso, embarazos producto de violaciones o incesto. Sin embargo, se ha llegado a vanagloriar de haber nombrado tres jueces del Tribunal Supremo responsables de frenar el aborto como derecho en el país, lo que deja dudas sobre futuras acciones con respecto al tema.

Como defensor de lo políticamente incorrecto, uno de los puntos de su discurso en materia de educación es eliminar las ideologías woke, considerando elementos como la raza o el género innecesarios en el contenido educativo. Defiende cerrar el Departamento de Educación para que sean los estados quienes decidan sus programas, además de defender el control parental y el patriotismo entre los jóvenes.

A lo largo de la campaña, Trump se ha mostrado provocador como en 2016, con insultos hacia sus rivales políticos -y hacía cualquiera que se le ponga por delante- y comentarios subidos de tono. Ha llamado a Kamala Harris, la candidata demócrata, “mujer de bajo coeficiente intelectual” y a Nancy Pelosi, antigua presidenta de la Cámara de Representantes, mujer “mala y enferma”, mientras hablaba sin tapujos de su nuevo “patrocinador”, el magnate Elon Musk. Además de la violencia verbal, su discurso ha estado cargado también de gestos agresivos. Su último mitin electoral, celebrado el 4 de noviembre en Carolina del Norte, estuvo impregnado de nostalgia. “Ustedes han sido un grupo muy especial para mí”, decía al acercarse el final, antes de referirse al ocaso de su campaña de la siguiente manera: “el final de un viaje, pero comenzará uno nuevo”.

Fotografía de portada: Donald Trump en un mitin en Kinston, Carolina del Norte | Foto: @realdonaldtrump en Instagram

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