Marta Montojo, periodista especializada en medioambiente: “El verdadero desafío en la COP29 radica en la financiación”
Exalumna de la Facultad de Ciencias de la Información, está considerada una de los cien latinos más comprometidos con la lucha contra la crisis climática
Con más de ocho años de experiencia cubriendo las implicaciones del cambio climático en el mundo, Marta Montojo ha sido testigo de los desafíos que enfrentamos y de las respuestas que estamos dando como sociedad ante esta crisis global. Su labor abarca temas clave como la política internacional, la transición ecológica, la biodiversidad, los océanos y el extractivismo. Su profundo compromiso con la causa la ha llevado a ser incluida en la lista de los cien latinos más comprometidos con la lucha contra la crisis climática en 2024. Montojo pone el foco sobre los medios de comunicación y su papel en la sensibilización y movilización frente a la crisis ecológica.
¿Por qué decidió especializarse en información medioambiental?
Fue bastante espontáneo. Cuando estaba estudiando la carrera me interesaban mucho estos temas pero también otros. En aquel momento había dos temas que me preocupaban. Uno de ellos era la crisis migratoria, sobre la que había mucha información. Y el otro era la crisis climática, de la que no se hablaba lo suficiente. Estaba todo en juego. Y me dediqué a esto.
La COP29 se ha celebrado en uno de los países exportadores de petróleo, ¿cómo ha condicionado eso la cumbre?
Azerbaiyán es uno de los países exportadores de petróleo. Cuando supimos el lugar donde se celebraría la cumbre hubo muchas dudas, pero el país elegido no deja de ser un punto de encuentro para que todas las negociaciones lleguen a su fin. El papel de un país que acoge la cumbre no es tan relevante, no hay temor a que influya. A ellos les interesa que esta cumbre vaya bien, por un tema de proyección internacional.
¿Cómo se abordó la negativa de dos gigantes como India y China a reducir sus emisiones contaminantes?
China e India no rechazan explícitamente reducir sus emisiones, de hecho, nadie lo hace abiertamente. Sin embargo, sí existen resistencias a abandonar ciertos modelos energéticos. El verdadero desafío en esta cumbre radica en la financiación: ¿Quién va a aportar los recursos para que muchos países, incluyendo India, que aún depende de modelos económicos y energéticos que no han decidido cambiar, puedan hacer esta transición? Estos países, en su mayoría excolonias, fueron obligados a seguir la agenda de los mercados globales y adoptar un modelo energético basado en combustibles fósiles. Ahora, los mismos países desarrollados que impusieron ese modelo les están exigiendo que lo cambien. Esto representa un enorme desafío para aquellos que, como India, dependen en gran medida del carbón, ya que tendrían que asumir los costos de la transición energética. Además, no debemos olvidar las tragedias humanas que el cambio climático ya está provocando en ese país.
Su trabajo en EFE abarca una amplia gama de temas medioambientales. ¿Cuál diría que es el reto más grande que enfrenta al tratar estos asuntos?
Creo que el reto es el mismo que en cualquier otra sección. Lo importante es cómo abordar temas que no conoces; El medioambiente es muy transversal, cubres política, economía o ciencia. Es muy rico porque aprendes mucho, pero es muy difícil afrontar tantos temas diversos. En esta cumbre hemos visto que todo ha girado en torno a la financiación, por lo que hay muchos conceptos que hay que manejar bien.
No contamos historias como robots. Hay que contar los hechos rigurosamente, pero la parte emocional también son hechos.
Ha cubierto desde cumbres climáticas hasta la crisis del agua y la biodiversidad. ¿Cómo se puede abordar una catástrofe como la DANA Valencia desde un punto de vista técnico, dejando a un lado la parte emocional?
A mí me parece que la cobertura de la DANA hay que hacerla desde la parte emocional. Es interesante que se muestre esa parte, un punto de vista técnico no es el que queremos leer, ni el que queremos contar. No contamos historias como robots, está claro que hay que contar los hechos rigurosamente pero, al mismo tiempo, la parte emocional también son hechos. Es un error pensar que este periodismo no atiende a las historias humanas, nada más lejos de la realidad.
¿Cuáles cree que son los principales obstáculos para avanzar en una legislación eficaz contra el cambio climático?
Las políticas climáticas, desde mi punto de vista, afectan a tantos sectores que no hay una alineación entre quienes se encargan de elaborar una política eficaz y los que están a cargo de otras parcelas también deberían intervenir, como la agricultura, el transporte o la ganadería.
Su trabajo ha sido publicado en medios internacionales. ¿Qué diferencias encuentra en la cobertura medioambiental según el contexto cultural o político de cada país?
Me da la sensación de que en España este tipo de información está más compartimentada, siendo una sección estándar con temas muy cerrados y muy poco humanos. Los medios de comunicación de Estados Unidos, porque tienen muchos recursos, tratan esta información con una mirada más transversal.
Hay que tratar de explicar no sólo cómo nos afecta la crisis climática, sino quiénes son los culpables.
El periodismo de medioambiente y cambio climático es cada vez más relevante. ¿Cómo ve el futuro de esta área en los próximos años?
Si, creo que hay un interés, hay una conciencia de que estos temas nos afectan directamente como individuos. Sin embargo, también es cierto que el cansancio y el miedo a lo que está pasando, hace que mucha gente no quiera leer estos temas. Durante mucho tiempo se informó para alertar, pero ahora los medios tenemos la responsabilidad de contar los hechos teniendo en cuenta las reacciones que puedan generar. En la información del día a día hay que tratar de explicar no sólo cómo nos afecta la crisis climática, sino quiénes son los culpables. No hay que demonizar, hay que explicar.
En relación con la transición energética y los grandes debates sobre la gestión de los recursos naturales, ¿qué piensa sobre el papel de los medios de comunicación en la creación de un consenso o en la contribución a la polarización del debate público?
Hay una disputa territorial en España sobre las energías renovables que no sólo se refleja en los medios de comunicación sino que se ha tratado en el cine, en películas como As Bestas o Alcarrás. Esa disputa se debe a la falta de cohesión territorial, pero los medios de comunicación no hemos sabido explicarlo.
Si tuviera que quedarse con un único recuerdo de su paso por la Facultad de Ciencias de la Información, ¿cuál sería?
Aprendí mucho en Inforadio. Crear una escaleta, hacer un trabajo de producción, sacar adelante un programa… Era una manera de moverse, así como en Infoactualidad. Yo hice la carrera a trompicones, comencé a trabajar y pensaba “ya terminaré la carrera” porque el título en ese momento no me importaba tanto y cuando cursé la asignatura de Redacción Periodística pensé, “qué bien me hubiera venido esta asignatura hace años”. El periodismo antes que nada es un oficio, más que una profesión. Cualquier persona puede tener el impulso de ser periodista. Tú puedes decir que cualquiera puede ser artista, otra cosa es que luego tengas algo dentro que quieras trabajar y seguir explorando en una profesión.
¿Qué historia ha cubierto y le haya dejado una huella personal más profunda?
Estuve en México este año para hacer un reportaje que publicamos en The Guardian y posteriormente en medios en español. La idea era contar la contaminación producida por empresas alemanas situadas en México y hablar con la gente de allí, con activistas, que eran mujeres la mayoría. Ellas están más arraigadas a los recursos, al agua, a los cuidados… Y también tienen un perfil más luchador en contra de los proyectos extractivistas o que contaminan y al final arruinan su vida.
Hablamos con una de ellas que nos contó cómo la habían amenazado, perseguido… No olvidemos que México es uno de los países más peligrosos para los defensores de los derechos humanos y de los derechos ambientales. Yo misma pude vivir esa tensión y ese miedo. Me encontraba en uno de los focos de trata de blancas del país y pude ver que todo lo que me decían era verdad. Sin embargo, yo iba a estar allí un tiempo limitado y luego volvería a mi casa tranquilamente. Por el contrario, esa mujer está allí todos los días, dando la cara, haciendo oír su voz y viendo cómo muchas de sus compañeras activistas son perseguidas.
Cuando le pregunté si no tenía miedo, me respondió: “Me van a matar igual; Si no me mata la contaminación, me matarán ellos de un tiro, así que prefiero luchar”.