Se lleva lo vintage: revive el laboratorio de revelado fotográfico de la Facultad de Ciencias de la Información
Se dice que todas las modas vuelven. Lo viejo ya no es viejo, es vintage. Volvieron los vinilos, los pantalones campana y, claro está, la fotografía analógica. En los últimos cinco años ha habido una explosión de cámaras desechables y tiendas de revelado que no dan abasto con la demanda de carretes. A la generación de la inmediatez le encanta el romanticismo que envuelve el hecho de esperar una semana para ver lo que han disparado y publicar fotos en película a Instagram.
La facultad tiene su propio laboratorio de revelado, justo detrás del aula Multimedia 3, desde los años 70 y Francisco Reyes, profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación Aplicada, lo mantiene vivo impartiendo distintos talleres desde 2015.
La sala de revelado se creó en los años 70 en el despacho del profesor Guillermo Armengol, quien impartía la asignatura de fotoperiodismo aunque, curiosamente, nunca ha existido una asignatura en la facultad en la que se revelasen fotografías. El laboratorio estuvo parado desde que Armengol se jubiló hasta 2015, gracias a la iniciativa de Laura Bermejo, becaria del Departamento de Ciencias de la Comunicación Aplicada. En ese momento, se decidió celebrar un taller de revelado anual.
“Pasábamos varios días allí, no solo revelando, sino también enseñando a manejar una cámara analógica, ya que muchos no tenían ni idea de lo que era el obturador u otras funciones porque ahora todo lo hace la máquina automáticamente”, cuenta Reyes. El taller funcionó muy bien hasta que llegó la borrasca Filomena en 2020 y el laboratorio se inundó. Se consiguió sacar adelante el taller en 2021, pero en 2022 hubo obras debido a la inundación y todo quedó desordenado e inutilizable.
Este año, gracias a la colaboración de los becarios del departamento, se limpió y ordenó todo y se pudo poner en marcha el último taller de revelado, que tuvo lugar entre el 12 y el 14 de junio. Esta vez ha sido Ángel Tejedor quien se ha encargado de impartir el taller, un estudiante de tercer curso de Comunicación Audiovisual apasionado de la fotografía. “Me gusta la idea de que sean los alumnos quienes lo lleven a cabo”, dice Reyes.
Dado el éxito que ha tenido el último taller, a pesar de publicitarlo tan solo unos días antes, los próximos años se planteará la posibilidad de hacer dos o tres talleres al año. Así, no solo se evitaría que alumnos interesados se quedasen sin la oportunidad de aprender por el aforo tan limitado del laboratorio, como ha ocurrido este año, sino que además se impide que desaparezca. “No queremos que esto muera”, pide Reyes, quien ha donado una ampliadora fotográfica propia al laboratorio para que quien tenga interés pueda hacer uso de ella.
Se despide el curso con un claro mensaje: la fotografía analógica sí interesa. Habrá que estar muy atentos el próximo año para conseguir plaza en los talleres y mantener vivo el laboratorio.