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Los periodistas Marc Marginedas y Khadija Amin, en la Jornada Trauma y Periodismo celebrada en la facultad

Lágrimas en los ojos de todos los asistentes y varios minutos de aplausos tras finalizar el documental Regreso a Raqqa, que se proyectó en la sala de conferencias de la Facultad de Ciencias de la Información el pasado martes. Así comenzaba la Jornada Trauma y Periodismo que organizaron Reporteros Sin Fronteras España y los psicólogos del Grupo Laberinto, en la que participaron los periodistas Marc Marginedas y Khadija Amin y los psicólogos Ángel Fernández y Gonzalo Jiménez.

“Lo más duro fue reconectar después de seis meses de desconexión con la realidad”

Marginedas, que en el documental vuelve a Siria, al lugar en el que permaneció seis meses secuestrado por el grupo terrorista Estado Islámico junto a otros periodistas y cooperantes internacionales, habló sobre la importancia de contar con apoyo psicológico tras vivir una experiencia como esa y sobre el periodismo en general. “Al volver a España, después del secuestro, temía que el Marc secuestrado opacara al periodista -comentó en la mesa redonda celebrada tras la proyección-. Lo más duro fue soportar toda la presión mediática que se me venía encima y reconectar después de seis meses de ausencia y desconexión con la realidad”.

Los periodistas no suelen pensar que no podrán volver a sus casas después de cubrir un suceso, pero los reporteros de guerra sí. Y Marginedas tuvo mucho tiempo para pensar en la muerte mientras estaba secuestrado. Pero, según afirmó, si después de haber trabajado como corresponsal de guerra y haber informado de todos los conflictos, había llegado el final de su vida, no se arrepentía.

“Cuando los talibanes tomaron el poder, me dijeron que no podía seguir en la tele y me mandaron a casa”

La periodista afgana Khadija Amin, que tuvo que refugiarse en España hace dos años, después de la caída de Kabul en manos de los talibanes, contó que el mismo día que se hicieron con el poder, lo único que se le pasaba a ella por la cabeza era volver a la redacción y seguir trabajando. “Ese día me dijeron que tenía que abandonar la televisión y me mandaron a casa. Llamé a mi jefe implorándole que me dejara presentar las noticias de las ocho porque era mi sueño, lo que siempre había querido hacer. Le dije que, si no era seguro ir a la redacción, al plató, lo haría desde casa. No me importaba, yo solo quería seguir siendo periodista”, recordó.

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