Los espectáculos lumínicos deslumbran la capital
Las veintidós obras de LuzMadrid atraen a visitantes de toda España.
Al hablar de arte, las personas se suelen imaginar cuadros de óleo de Goya, no construcciones de metal, espejos, luces y música. Por eso, antes de que la lluvia hiciera acto de presencia, un sitio tan emblemático como la Plaza de España se encontraba repleta de gente que observaba un espectáculo atípico. “Es la primera vez que escucho de estas cosas. No sabía que el arte involucraba bombillas”, comentaba Luis, completamente embelesado con el cambio de luces al son de la música. Él era uno de los encargados de vigilar Kankakt Extended, la obra de Nicolas Polozzi con la que el público podía interactuar para ver las diferentes facetas que presentaba.
Durante el fin de semana del 27, 28 y 29 de octubre se ha podido disfrutar en Madrid de varias obras de gran formato en cuatro grandes zonas de la ciudad. Plaza de España, Matadero, Madrid Río y Carabanchel han acogido el Festival Internacional de Luz, más conocido como LuzMadrid, iniciativa del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento, para que los visitantes puedan observar el paisaje urbano de otra forma.
La música como factor clave de las obras
El festival contó con más de veinte artistas nacionales e internacionales que crearon, o trajeron de otros festivales, 22 obras. Los asistentes pudieron moverse libremente dentro de las cuatro zonas y crear su propio orden de visita. Entre las obras e instalaciones que más gustaron a los visitantes se encuentran Detener el tiempo, de Juan Gómez Cornejo, situado en el estanque y monumento a Alfonso XII; Miradas, de Carlos Torrijos, en la Iglesia de Santa Teresa y San José, y Aura de Alex Posada y Xevi Bayona, en el bosque del parque de El Retiro.
Precisamente la zona del parque era la que más personas podía albergar y se notaba en cómo se apresuraban todos para conseguir un sitio cercano al agua. La obra Detener el tiempo, creada especialmente para LuzMadrid,jugaba con las luces, sombras y humo artificial para contar una historia. Todo comenzaba con una música que para los espectadores llegó a ser “espeluznante”, para continuar con obras clásicas y romper en ritmos más animados que sacaban todo el potencial del espectáculo. Los visitantes destacaron la combinación del humo con el reflejo de las luces en él, lo que creaba un ambiente propio de una película de fantasía.
En tren desde Barcelona
La mayoría de las obras se encontraban al aire libre, pero otras como Miradas, estaban en el interior. Esto hacía que la espera para poder verlas fuera mayor, ya que en cada pase de 15 minutos podían entrar hasta 300 personas. La obra combinaba unos ojos de led, que cambiaban de tonalidad con los ritmos de una música tranquila, y los espejos que aparecían al girar estos ojos. Los espejos ayudaban a rebotar la luz de los láseres de un lado a otro de la estancia, creando un ambiente casi de ensueño que sorprendía al público con cada cambio de ritmo.
Mari Carmen, acompañada por su nieto de cuatro años, Pablo, viajó desde Barcelona para contemplar el Festival Internacional de la Luz. “El año pasado no pude venir a ver esta maravilla, pero este año no me lo podía perder. Me daba igual pasarme cuatro horas en un tren desde Barcelona. Esto tenía que verlo sí o sí”, afirmaba aún emocionada por el espectáculo, mientras su nieto saltaba a su lado sin parar y comentaba lo “chulos” que habían sido los láseres.