Entrevistas

María Romeo, enfermera que usa TikTok para divulgar la diabetes: “Algunos me dicen que gracias a mis vídeos sobrellevan mejor la enfermedad”

El 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, una enfermedad que afecta a más de 500 millones de personas en todo el mundo. Según la revista científica The Lancet, para 2050 la incidencia de esta enfermedad ascenderá a más de 1,30 mil millones de casos. De toda la población diabética, se estima que aproximadamente sólo el 10% de los casos son de diabetes tipo 1.

La diabetes tipo 1 es una enfermedad crónica y autoinmune que se da en niños y adolescentes, aunque actualmente están aumentando los casos en adultos. Las células atacan al cuerpo e impiden la fabricación de insulina, hormona liberada por el páncreas. En la diabetes tipo 2, los pacientes son adultos que han llevado una vida sedentaria o que cuentan con antecedentes familiares, pero no necesariamente requieren de insulina externa para vivir.

María Romeo es una enfermera aragonesa de 23 años que convive con la diabetes tipo 1 desde que tenía siete y que utiliza la plataforma Tik Tok para divulgar la enfermedad y mostrar cómo es el día a día de quien la sufre.

“La diabetes te cambia la vida por completo”

¿Por qué decidió abrir un canal de Tik Tok?

Fue gracias a mi hermana. Como vivo con ella, todos los días ve cómo me cambio la bomba de insulina. Y me planteó que me grabara haciéndolo. Aunque yo pensaba que no iba a interesarle a nadie, el vídeo se volvió viral. A partir de ahí, me pareció que tenía que seguir respondiendo a la gente que se interesaba y seguí con ello.

¿Cómo descubrió que tenía diabetes?

Era una niña. Ingresé en el hospital después de una época en la que me orinaba en la cama, bebía y comía muchísimo, pero mis valores de azúcar eran normales. Mis padres lo achacaron a que tenía celos de mi hermano pequeño. En una segunda prueba apareció un valor de más de 500, cuando una persona normal tiene entre 80 y 120. No me encontraba mal entonces y no entendía por qué tenía que estar en el hospital. Estuve a punto de entrar en coma diabético y ni me enteré. Sólo estaba enfadada porque me perdía las actividades del colegio y la Semana Santa en el pueblo. A pesar de ello, en el hospital lo pasé muy bien e hice amigos.

¿Para sus padres cómo ha sido todo?

Difícil. Al principio verme bien les reconfortaba, pero estaban hundidos. Mi madre recuerda mi debut diabético, como se llama al momento en que te diagnostican la enfermedad, como el día más triste de su vida. Hoy, 15 años después, aún se emociona. Mi padre escribió un relato sobre su experiencia. Al final, tu niña pequeña tiene una enfermedad para siempre. Una enfermedad que, además, te cambia la vida por completo. Si una niña ya de por sí depende de sus padres, yo dependía mucho más. Tenían que estar pendientes de mí todo el tiempo, incluso venían al recreo del colegio o a las excursiones a pincharme si lo necesitaba.

¿No están los centros educativos preparados para eso?

En mi caso, el personal del colegio al principio se asustó y fueron mis padres quienes tuvieron que explicar todo. Después, aprendí a pincharme yo sola para ver mis valores todos los días, aunque mis profesores estaban pendientes. Pasa con otras patologías como la celiaquía, pero en el caso de la diabetes necesitas controlar todo más y a la gente le da miedo, por lo que hacen falta enfermeros escolares.

¿Cómo es la vida con diabetes?

Me he dado cuenta ahora, después de todos estos años, de que no es una vida normal, aunque para mí lo sea. Cuando me levanto por las mañanas o voy al baño por la noche, lo primero que hago es mirarme el azúcar. Eso, si no tienes diabetes no lo haces. Cada vez que comemos tenemos que controlar todo. Ahora conozco más o menos las cantidades de comida, pero antes llevaba una báscula a todas partes porque tenía que pesar los alimentos.

“Antes llevaba una báscula a todas partes para pesar la comida”

¿Y en ocasiones especiales qué medidas toma?

No me privo de nada. Hace poco estuve pensando en hacer submarinismo y en cómo lo haría. No podría llevar puesta la bomba, por lo que no estaría monitorizada durante mucho tiempo y el aparato seguramente se desconfiguraría por la profundidad. En ese caso tendría que procurar quedarme en un valor alto para no desmayarme en medio del mar. Cuando quiero viajar, por ejemplo, me llevo mil cosas de recambio y otras mil para comer o beber por si me baja el azúcar. De momento, la gente ha sido comprensiva y nunca me han puesto pegas en lugares como los aeropuertos. Como dicen mis padres, la vida está llena de problemas que cada vez son más grandes, así que hay que ir buscando soluciones.

¿Qué siente cuando tiene una subida o una bajada de azúcar?

Conozco bien mis síntomas, por lo que sin mirar el nivel puedo saber más o menos cuánto tengo, pero hay gente que no lo nota. En las hipoglucemias me encuentro muy mareada, y en las subidas tengo muchas ganas de orinar, sed, dolor de cabeza o visión borrosa. La cosa se complica cuando tienes cuerpos cetónicos, que son fabricados por el hígado para tener la energía que no puedes adquirir de la insulina. En esos casos incluso me cuesta andar o moverme, vomito y no tengo hambre.

¿Qué supone para la gente saber que tiene diabetes?

Reaccionan bien y se interesan mucho por saber más sobre el tema. Mis amigos de la universidad han aprendido más conviviendo conmigo que en la carrera. Y todo mi entorno me ha ayudado y cuidado siempre. Recibo comentarios en las redes sociales de gente a quien le han hecho bullying por tener diabetes. Hay mucha ignorancia en torno a ella.

¿La diabetes le ha hecho madurar antes que otras personas de su edad?

Tengo 23 años y aún me considero algo inmadura, pero lo que me ha aportado es responsabilidad, porque la diabetes tienes que controlarla mucho. De hecho, mi inmadurez viene porque toda mi responsabilidad se ha enfocado en la enfermedad e, inevitablemente, he dejado de lado otras cosas.

¿Afecta de alguna forma a su estado anímico?

Tengo bajones emocionales, pero por suerte lo llevo bastante bien, porque para mí no existe una vida antes de la diabetes. Hay gente que lo pasa muy mal, sobre todo al principio. A veces recibo comentarios de otras personas que dan ganas de llorar, en los que reconocen estar en depresión por ello o querer morirse. También hay comentarios que dicen que gracias a mis vídeos lo llevan mejor. Evidentemente, si me pudiera arrancar la diabetes y tirarla por la ventana, lo haría. Pero hay que darle la vuelta a la situación, porque es algo con lo que tienes que vivir. Y hasta que no lo vives en primera persona o de cerca, no eres consciente de lo duro que puede ser.

Tendrá que convivir con ella toda la vida

Prefiero no pensarlo, sólo en mis días malos. Al principio tuve esperanzas de una cura, pero las he ido perdiendo. Sólo ahora las he recuperado un poco porque un investigador ha dicho que está cerca de conseguirlo.

¿Qué le diría a alguien que acaba de ser diagnosticado?

Que tenga paciencia, que no lo piense todos los días. Es para toda la vida, pero se puede hacer una vida normal, como la del resto, aunque con responsabilidad y control.

¿Y a quienes tengan a alguien cercano en esa situación?

Que le presten el máximo apoyo, sin agobiarlos. Por ejemplo, hace poco estaba en el metro con mi hermana y me dio un bajón de azúcar, pero no me atreví a pedir el asiento a nadie, así que lo pidió ella. Después, fue corriendo a un supermercado a comprarme algo. Esos pequeños detalles son los que importan, que la persona con diabetes se dé cuenta de que estás ahí y que le vas a ayudar. Y, por supuesto, también paciencia, sin preocuparse demasiado porque esa persona va a estar bien.

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