Una refugiada en Madrid: «Me vi obligada a caminar con mis hijos durante siete u ocho kilómetros hasta la frontera para escapar de Ucrania»
La invasión de Rusia desplazó dos millones de niños ucranianos, que encontraron refugio en familias de acogida, ONG y otras asociaciones en Europa.
“Desde que estalló la guerra, mi teléfono suena día y noche”, afirmó Federica Bezziccheri, presidenta de “I Bambini dell’Est” (Los Niños del Este), la organización encargada de acoger a los niños y mujeres exiliados de Ucrania. La mayoría de las llamadas son de familias que tratan desesperadamente de contactar a sus hijos adoptivos o jóvenes ucranianos que tratan de escapar de la guerra, según declara Bezziccheri.
Los ojos de las dos mujeres ucranianas reflejan el miedo e la incertidumbre, pero al mismo tiempo el alivio para estar finalmente a salvo. “Vivo con mis hijos y mi marido en una zona de Ucrania a pocos kilómetros de la frontera rumana, en la ciudad de Hlyboca, en Chernivtsi”, empezó Sofia, la hija de Nadiya. “Decidí huir de mi país al empezar oficialmente de la guerra y llegué a España tres días después. Al tener tres hijos, sobre todo un niño con discapacitada que hubiera tenido dificultades para sobrevivir en un refugio, no tenía otra opción. Algunos amigos de mi marido me facilitaron el camino hasta la aduana de Rumanía. Allí había muchísima gente y delante de mí tenía una larga fila de coches. Todos corrían. Por ello, me vi obligada a caminar con mis hijos durante siete u ocho kilómetros hasta la frontera para superar la aduana. Posteriormente, después de varias horas de espera, fuimos acogidos temporalmente por una familia rumana que nos ofreció generosamente de comer y un sitio para dormir. Al día siguiente, nos indicaron cómo llegar a España en autobús. Todo fue fuertemente dramático», contó Sofia.
Por lo que respecta a la Comunidad de Madrid, la vicealcaldesa Begoña Villacís destacó especialmente la hospitalidad del pueblo madrileño, “Hemos sacado una línea de acción de cooperación internacional. Hemos reforzado nuestro centro de acogida temporal de “Las Caracolas” para personas refugiadas y para atender sobre todo a aquellas mujeres que llegan con sus hijos. No sólo queremos asistir, atender a la persona y ayudarla, sino que queremos que esta persona recupere su normalidad lo antes posible. Y para que recupere la dignidad y la normalidad que Putin le ha arrebatado, lo que queremos darle es una esperanza, una vida aquí en España”, afirmó Villacís desde el Ayuntamiento de Madrid.
“Primero hay que estudiar el contingente de personas que están llegando, para clasificar según sus necesitades. Un primer grupo tiene que ver con las que tienen menos posibilidades, es decir, las que hablan sólo ucraniano, y principalmente se trata de mujeres que necesitan aprender español. En cambio, en segunda línea entran aquellas que ya hablan español o inglés. Con estas lo que hacemos es primero analizar cuál es su currículum, para posteriormente poder hacerles partícipes de nuestra red de recursos”, concluyó la vicealcaldesa de Madrid.
ESPAÑA E ITALIA ACOGEN A LOS NIÑOS DE CHERNÓBIL
La explosión del reactor nuclear de Chernóbil, una de las mayores catástrofes de la era moderna ocurrida en 1986, sigue marcando la vida de quienes viven en esos lugares, ya que dejó a unas 800.000 personas afectadas por la radiación. Los efectos en los niños fueron drásticos: los que crecieron cerca de la zona del desastre empezaron a sufrir desde el nacimiento de problemas de salud, por ejemplo, enfermedades tiroideas, respiratorias y relacionadas con el cáncer.
La solidaridad entre Italia, España y Ucrania tuvo una larga historia y empezó con cientos de niños ucranianos acogidos por familias españolas e italianas cada verano y Navidad, a partir de los años ochenta, después de la tragedia de Chernóbil. En particular, esta crisis humanitaria ha consternado a la sociedad española, en buena parte por el vínculo que miles de familias mantienen con los niños ucranianos desde que se produjo el accidente nuclear. Niños, en su inmensa mayoría huérfanos, que durante un mes o más al año empezaron a participar en los denominados “programas de saneamiento”. La razón, permitirles vivir en un contexto alejado de las contaminaciones con el fin de crear un efecto beneficioso sobre su salud. Una acción de solidaridad que lleva muchos años de vida y que con el tiempo se tradujo también en informes de “adopción temporal”, tal y como destaca en la página web de la ONG Save The Children (una Organización activa en Ucrania desde 2014 y que desde hace más de 100 años lucha para salvar a niñas y niños en condiciones de riesgo con el fin de garantizarles un futuro).
Cada año se generan relaciones muy estrechas entre los pequeños ucranianos y las familias de referencia. Por ello, hay casos en que las estancias que se han repetido periódicamente se convierten en auténticas adopciones legales. Hoy en día, muchos de los menores acogidos provienen de familias en condiciones de pobreza, instituciones públicas o casas de acogida en territorio ucraniano. Federica Bezziccheri es presidenta de la asociación italiana “I Bambini dell’Est” (Los Niños del Este), creada en 2010: “Hemos recogido el testigo de los primeros programas de acogida en el período inmediatamente posterior al accidente nuclear de Chernóbil, donde el propósito fundamental ha sido ofrecer estancias terapéuticas, contando con la disponibilidad de las familias para acoger a menores en dificultad”.
Al respecto, muchas son las Asociaciones españolas que se dedican al mismo modo al acogimiento familiar de niños de Chernóbil y que desde los años noventa gestionaron más de 760.000 estancias de niños y niñas con el fin de descontaminar su organismo. Todas ellas realizan acogimientos de verano y varias también en Navidad y por estudios. Entre estas, Amigos de Ucrania (Madrid), ANIUK-CAS (Castellón), Ven con Nosotros (Valencia), Chernóbil Elkartea (País Vasco) y muchas más. Sin embargo, debido a la situación actual que estamos viviendo, algunos de los programas de verano quedan temporalmente suspendidos, tal y como destaca en la página de la ONG Ven con Nosotros.
LA GUERRA DESPLAZA DOS MILLONES DE MENORES UCRANIANOS
Después del desastre de Chernóbil que marcó indeleblemente numerosas vidas, los niños ucranianos siguen viviendo una realidad dramática debido a la actual guerra en Ucrania contra el ejército de Putin.
Según las estimaciones de Unicef, la mitad de los cuatro millones de personas desplazadas por la guerra en Ucrania son menores. Las cifras son tan enormes que, como observa el Parlamento Europeo, el riesgo de exposición de los niños a la violencia y al abuso es altísimo. Con la resolución del 7 de abril , el Parlamento recomendó así a los Estados miembros todas las precauciones para la identificación, las medidas para la primera acogida, para la protección de los vínculos familiares y para la inserción escolar.
Hasta hoy una gran multitud de ucranianos consiguió huir del país, por lo que hay que preguntarse cuántos son los refugiados que se quedaron en España y en los demás países. Según las estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 360000 ucranianos lograron escapar hasta ahora. En particular, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en total podría haber 4 millones de refugiados, en cambio, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se podría llegar a 7 millones. Por la mayoría se trata de mujeres y niños, ya que los hombres de dieciocho a sesenta años no pueden salir de Ucrania.
24 DE FEBRERO, CUANDO PUTIN ATACÓ UCRANIA
El pasado 24 de febrero, Rusia, por orden del presidente Vladimir Putin, inició una operación militar contra Ucrania. Es el comienzo oficial de la guerra entre el ejército ruso y Ucrania, que tuvo consecuencias dramáticas para millones de civiles ucranianos, especialmente para los niños.
En 2021, Rusia aumentó masivamente las fuerzas militares cerca de la frontera con el este de Ucrania, suscitando así gran preocupación en esta última, en Europa y en todo el mundo.
El 21 de febrero de 2022, después de unas semanas de intensa tensión, el presidente Vladimir Putin decidió reconocer como entidades independientes las zonas no controladas por el gobierno de las regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk, y envió allí algunas tropas rusas. Esta decisión siguió a un voto favorable emitido por la Duma Estatal rusa, es decir, la cámara baja del parlamento ruso, el 15 de febrero. Unos días más tarde, el 24 de febrero, Rusia invadió Ucrania.
LA GUERRA VISTA DESDE DENTRO, TESTIMONIOS DE MADRES Y NIÑOS UCRANIANOS
Nadiya es una mujer ucraniana que vive en España desde 2011 y que en su apartamento en el distrito de Arganzuela acogió a dos madres ucranianas en busca de ayuda, Sofia y Olha, amigas entre ellas. La primera es su hija y tiene tres hijos: Pavlo y Marc, dos niños de 12 y 10 años, uno de los cuales, con discapacitada, y Maria, una niña de 8. La segunda, en cambio, tiene un hijo de 4 años llamado Orest. Sus dos maridos se quedaron en Ucrania para el deber de combatir contra el ejército ruso. Ninguna de las dos habla español y Nadiya tuvo que actuar como intérprete.
Tal como ocurrió después del desastre de Chernóbil, el tercer sector se puso en marcha de inmediato a través de un plan de intervenciones en territorio ucraniano, al igual que en las fronteras de los Estados vecinos. La máquina de la solidaridad hacia las poblaciones afectadas por la guerra en Ucrania continúa y se enriquece más y más con nuevas iniciativas. Se trata de un ejército de entidades del sector terciario, sin ánimo de lucro, por ejemplo, organizaciones humanitarias y asociaciones privadas que tienen el objetivo común de asistencia y solidaridad.
NIÑOS ATERRORIZADOS PIDEN VOLVER A SUS CASAS
Olha, otra mujer ucraniana, empezó su viaje más tarde. Sin embargo, tal y como su amiga Sofia se enfrentó con una multitud de personas en la aduana y necesitó caminar durante cuatro horas y media, con su niño Orest en sus brazos, para conseguir cruzar la frontera. “Al entrar en Rumanía sentí que me iba a desmayar”, contó la mujer. Gracias a la intervención de los voluntarios, Olha y su hijo pudieron recuperar fuerzas al conseguir comer y dormir algo. El día siguiente, siempre con la ayuda de los voluntarios, tomaron el autobús y empezaron su viaje a España.
“La huida fue una experiencia horrible y los niños son los que se vieron afectados en especial manera. Mi hijo mayor, Pavlo, no puede dormir debido a los terrores nocturnos y se despierta cada noche gritando. Fue duro”, dijo Sofia. De hecho, durante el trayecto los niños se cansaron enormemente, pero no consiguieron dormir y descansar por el miedo. “Maria (8 años) está aterrorizada” dijo Nadiya, la abuela, «En mi opinión es la que más está sufriendo”. “Quiero volver a mi casa”, dijo Marc, uno de los niños de Sofia.
NO RENDIRSE
“Ningún ucraniano quiere someterse al ejército ruso. En el pasado, formábamos parte de la Unión Soviética, así que sabemos lo que significaría. Nosotros somos ucranianos y ellos son rusos. No hay duda alguna, ¡Ucrania se defenderá mientras pueda!», exclamó Olha.“Queremos volver a nuestras casas, en nuestro país, aunque no creemos que la situación se pueda arreglar pronto”, dijeron las dos mujeres.
Al no saber cuándo terminará la guerra, Olha, Sofia y sus niños de momento se tienen que quedar en España, comenzando a reconstruir su rutina en un país desconocido para ellos. “Aún no hemos superado el shock”, explicó Sofia, “Cuando la situación se tranquilice, queremos que los niños vayan a la escuela de idiomas para aprender español. En cuanto a nosotras, necesitamos encontrar un trabajo que nos permita vivir más tranquilas. Rezamos todas las noches y deseamos que este infierno se acabe ya”.
LA POSICIÓN DE LA UNIÓN EUROPEA
La UE condenó firmemente la decisión de Putin de reconocer las zonas no controladas por el Gobierno de Donetsk y Luhansk, así como la agresión militar no provocada e injustificada de Rusia contra Ucrania. Además, a partir de febrero de 2022 el Consejo Europeo y el Consejo de la Unión Europea empezaron a reunirse regularmente para debatir la situación en Ucrania desde diferentes ángulos.
“El uso de la fuerza y la coerción para cambiar las fronteras no es admisible en el siglo XXI. Las tensiones y los conflictos deben resolverse exclusivamente a través del diálogo y de la diplomacia”, según las conclusiones del Consejo Europeo del pasado 24 de febrero.
Los líderes de la UE exhortaron en varias ocasiones a Rusia a que cesara inmediatamente sus acciones militares, retirara incondicionalmente todas las fuerzas y equipos militares de Ucrania y respetara plenamente su integridad territorial, soberanía e independencia. Al mismo modo, subrayaron el derecho de Ucrania a elegir su propio destino y elogiaron al pueblo ucraniano por su valentía en la defensa de su país.
Asimismo, en respuesta a la agresión militar la UE amplió considerablemente las sanciones contra Rusia, añadiendo un número significativo de personas y entidades a la lista de sanciones y adoptando medidas sin precedentes. La UE mostró así gran unidad y fuerza y proporcionó a Ucrania ayuda humanitaria, política, financiera y material de forma coordinada.
“Ucrania pertenece a nuestra familia europea”, declararon los líderes de la UE, el pasado 10 de marzo.
“LOS RUSOS NO TIENEN PIEDAD”
¿Cuál es la situación actual en Ucrania, en particular, en vuestras zonas?
“Un desastre. Los rusos no tienen piedad y bombardearon incluso un hospital pediátrico. En nuestra zona, en la parte occidental de Ucrania, la gente vive en el miedo”, empezó Olha. “Parece que nuestras casas aún no hayan sido barridas completamente por las bombas, a pesar de que a pocos kilómetros está todo destrozado. Estamos muy preocupadas”. Posteriormente, las dos madres ucranianas comenzaron a hablar de sus maridos, que se quedaron en su país para combatir la guerra. “Nuestros maridos son amigos entre ellos y se quedaron juntos en Ucrania para defender nuestra patria. Decidieron formar parte de la resistencia y tomar armas como voluntarios. Aunque nos gustaría que estuvieran aquí con nosotras, les apoyamos y recemos por ellos todos los días”, coincidieron Sofia y Olha.
¿Qué opináis de esta guerra?
“Putin es una persona poco fiable, por lo que hay que esperar lo peor. Espero que no se pueda llegar a la Tercera Guerra Mundial a todos los efectos, pero no estamos lejos. Él tiene muchísimo poder e irá hasta el final. No creo que haya escapatoria hasta que se encuentre a alguien que pueda detenerlo de una vez para siempre”, afirmó Sofia.
EL PODER DESTRUCTIVO DE LA GUERRA
Tatiana es una madre ucraniana soltera de 41 años, acogida con su hija Yulia por una familia italiana residente en Brescia, gracias al grupo Caritas Diocesana (un organismo pastoral con la función de animar a las comunidades eclesiales al sentido de caridad hacia las personas y las comunidades en situaciones de dificultad, con el deber de traducirlo en intervenciones concretas).
“Me alegro de que mi hija Yulia y yo estemos a salvo aquí en Brescia, y de que mi niña tenga la posibilidad de volver a la escuela y hacer nuevos amigos. Todos son muy amables y hacen todo lo posible para que nos sentamos las bienvenidas”, comenzó Tatiana.
A pesar de que Yulia es una niña de sólo 13 años, como muchos otros tuvo que aprender a enfrentarse al dolor la guerra a temprana edad. “El primer día del inicio de la guerra mi mamá me dijo que teníamos que escaparnos de inmediato de Kiev, nuestra ciudad. Tuve miedo y me puse a llorar, pero sabía que tenía que confiar en ella”, contó Yulia, “No quería dejar a mis amigas y a mis cosas en Ucrania. Sin embargo, no hemos tenido otra opción. Me gusta Brescia, pero no es mi verdadera casa y no me quiero quedar durante mucho tiempo. La guerra nos lo está quitando todo: nuestras casas, nuestros seres queridos, nuestra dignidad, y en general nuestras vidas de antes. Está destruyendo mis sueños”.
“Me gustaría que aprendamos italiano y que yo encuentre un buen trabajo aquí, aunque deseo volver a Ucrania lo antes posible. Extrañamos mucho a nuestro país y a nuestra querida ciudad. Sin embargo, gracias al nuevo centro cultural para las mujeres ucranianas ideado por Yelizaveta, estoy empezando a tener unas amigas, y por ello estoy muy agradecida”, siguió la madre Tatiana.
“VITTORIA” PARA SOBREVIVIR
Yelizaveta es una joven ucraniana de 31 años residente en Brescia, una ciudad en el norte de Italia (Lombardia), y la creadora de “Vittoria” (Victoria), el nuevo centro cultural para mujeres ucranianas. “Elegí el nombre “Vittoria” porque resume perfectamente nuestro objetivo más grande, es decir, ganar la guerra”, explicó Yelizaveta. La sede del centro, de reciente apertura, se encuentra en Calle Bezzecca, 13, en Brescia.
El fin es ofrecer ayuda, tanto a nivel de necesidades primarias como de socialización, para todas las mujeres y niños ucranianos que en estos meses han tenido que abandonar su país debido a la guerra. “El centro estará abierto de lunes a viernes de 10 a 12.30 y de 14.30 a 18. Ofrecemos clases de italiano, cursos de música, danza y arte. Todos son los bienvenidos”, afirmó Yelizaveta.
La joven, licenciada en Derecho en Kharkiv, se comprometió en este tema desde el principio con la intención de ayudar a su pueblo. “Trabajo en la comisaría como traductora para ayudar a mis compatriotas con los documentos. Además, el jueves y el viernes recibo a los refugiados que buscan un empleo en la ventanilla de orientación laboral activada en Calle Folonari, 7: les ayudo a redactar una especie de currículum y les ofrezco información al respecto. Además, organizo con algunas amigas cursos de pilates en el parque de Campo Marte, un barrio de Brescia, para crear un grupo, involucrando así a las refugiadas”, contó la mujer.
“Precisamente, durante esas clases al aire libre nació mi idea de abrir un centro cultural que pudiera ser un punto de referencia para las mujeres ucranianas acogidas en Brescia. Mujeres que a partir de ahora podrán aprender algo, estar juntas, charlar y ver a sus hijos más felices”, según las palabras de Yelizaveta.
En resumen, se trata de una realidad que tiene como objetivo ayudar a los refugiados, madres y niños ucranianos, a hacerles sentir como en casa, junto a otras personas que hablan el mismo idioma, comparten la misma cultura, los mismos problemas y el mismo sueño de victoria.
LA ESPERANZA DE UN FUTURO MEJOR
Europa y el mundo entero están viviendo una emergencia infantil que nunca hemos visto antes, en un contexto de crisis humanitaria sin precedentes, con más de un millón de niños que huyen de Ucrania y de la guerra. Niños que se ven obligados a escapar con sus madres o incluso solos, sin padres. Las imágenes transmitidas en televisión y las fotografías de los últimos meses lo documentan: niños tomados en brazos, pasados de mano en mano en la frontera, en las estaciones de tren, en las salidas de los autobuses. Algunos de ellos, los más afortunados, viajan con sus madres que, sin embargo, se han separado de sus hombres que se quedaron para defender sus ciudades, su territorio, para alistarse y luchar. Separaciones forzadas, de necesidad, que no dejan otra opción. Según las estimaciones de la ONG Save the children, aún hay aproximadamente 5 o 6 millones de menores que siguen atrapados en las ciudades de Ucrania.
¿Qué podemos hacer para ayudar a estos niños que escapan de los teatros de la guerra?
Por un lado, la Comisión de Adopciones Internacionales (Cai), desaconseja encarecidamente las salidas a Ucrania para fines adoptivos de parejas que aspiran a ser padres. Por el otro lado, hay quien, como Francia, ha decidido suspender por un tiempo de 3 meses los procedimientos de adopción internacional para aquellos niños que viven permanentemente en Ucrania y en Rusia, y que hoy en día se encuentran en una situación de riesgo.
Lo cierto es que hay que seguir en marcha, no quedarse mirando, seguir ofreciendo toda la ayuda posible. Orest, Yulia, Maria, Pavlo, Marc y sus madres necesitan a alguien que les apoye, que les dé recursos. Estos niños no merecen este dolor que están viviendo. Lo que merecen es la esperanza de volver a sus vidas lo antes posible. La esperanza de un futuro mejor, lejos de las bombas y de la guerra, cerca de sus padres, en su país de origen.