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El altar de muertos de este año en la Casa de México, un grito feminista a la tradición y al amor

Hasta el día 12 de este mes puede visitarse en la Fundación Casa de México en España el altar de muertos, una representación a lo grande de los tradicionales altares que decoran las casas mexicanas en estas fechas con la intención de recordar a los seres queridos fallecidos e instarlos a visitar el hogar. Como viene haciendo desde 2018 en su sede madrileña (calle de Alberto Aguilera, número 20), la Casa de México celebra así una de las tradiciones más representativas del país, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.

La elegida para realizar el diseño de este año ha sido Paola Perdomo, una organizadora de eventos mexicana de quien la dirección asegura que “hace unas escenografías preciosas” y con quien han trabajado mano a mano para lograr el resultado final. Titulado “Que ni la muerte nos separe”, el altar está pensado a modo de ofrenda a treinta mujeres que han destacado en la historia de México en ámbitos como el periodismo, la literatura, la historia, la política, las artes visuales y escénicas, el activismo social, la música y la ciencia. Entre ellas, la mundialmente conocida pintora Frida Kahlo, que fue la protagonista del altar el año pasado; la escritora Pita Amor; la médica Matilde Montoya o la pintora Remedios Varo, española de nacimiento.

Calavera de azúcar a Leona Vicario, situada en la fachada de Casa de México | L. F.

Ubicado, como cada otoño, en la escalera emblemática que el edificio utiliza para sus diseños más potentes, el altar está compuesto por treinta fotografías en blanco y negro de las protagonistas. Junto a ellas, los objetos recurrentes de este tipo de tradición: cestas de fruta y “pan de muerto” (alimento dulce mexicano típico de la festividad), botellas de tequila y mezcal, agua, vasijas y figuras. Y todo rodeado por velas, que iluminan y sirven de guía para que los espíritus reconozcan el camino al hogar, y por cientos de flores de cempasúchil elaboradas en papel. La flor cempasúchil, con la que los mexicanos adornan sus casas, es el símbolo de la dualidad entre la vida y la muerte y sólo se cultiva en ese país.

Catrina en papel picado metalizado, obra de Pedro Ortega | L. F.

Es una ofrenda a treinta mujeres mexicanas que han destacado en distintos ámbitos

La culminación del altar se da en su pared de fondo y en el entorno que enmarca todo, donde se aprecia la obra de Pedro Ortega Lozano, maestro en el arte popular mexicano, que mantiene la tradición del uso del cincel y el martillo para hacer papel picado, el material que Casa de México utiliza cada año para su altar. Con él, la creación adquiere un aspecto que recuerda al muralismo de los artistas mexicanos, gracias a los 46 metros cuadrados de este papel picado metalizado y sus dos enormes catrinas a los lados, que miran hacia la escalinata. En el centro del lugar, un gran cuadro de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, corona la escena. Una monumental obra de manualidades (todo el material está hecho artesanalmente) que, como reconoce la directora de cultura del centro, Susana Pliego, demuestra el afán de la institución por ofrecer propuestas diferentes en temas y colores, ya que “cada año es un reto presentar algo diferente al público”.

Pared frontal y la Virgen de Guadalupe en el altar de muertos | L. F.

Con esta nueva propuesta, se extiende la línea de actuación de Casa de México de todo el año, como explica Pliego: “Hicimos la primera exposición del año sobre mujeres luchadoras, actualmente tenemos una exposición dedicada al diseño femenino. Era coherente, entonces, que el altar también siguiera esa línea y este fuera el año de las mujeres”.

Al icónico altar lo acompaña, además de una llamativa fachada de 30 calaveras de azúcar inspirada en un panteón de Oaxaca y en las mujeres protagonistas, una colección de creaciones cuyos autores son artesanos de la ciudad de Puebla de Zaragoza, al sudeste de Ciudad de México. “La Muerte es un Sueño: arte, tradición y diseño en Puebla” consiste en un conjunto de obras individuales que se distribuyen en las distintas plantas del edificio y que homenajean la histórica figura de la Catrina. Esta calavera, que simboliza la tradición y el arraigo de la historia mexicana, creada por Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, “puede blandir con severidad la guadaña o bailar al son de las jaranas”.

Obra artesanal en barro de Puebla | L. F.

En dos rincones del edificio, alejados entre sí, se encuentran los altares “personales” de la Casa. Uno de ellos vuelve a centrarse en las mujeres a pequeña escala, mientras el otro recrea una escena hogareña y homenajea a los familiares fallecidos del personal del centro. De nuevo, un grito al amor.

“Supone un reto para nosotros presentar cada año algo diferente al público”

Altar tradicional de la Casa de México | L. F.
 

Pero el amplio proyecto artístico abarca mucho más, pues la Fundación ofrece toda una agenda de eventos, como conferencias, talleres y espectáculos, todos ellos abiertos al público. En ellos, tanto adultos como niños, pueden aprender distintas tradiciones mexicanas en torno al Día de Muertos. La intención es crear un diálogo entre la tradición española y la mexicana. La propia Pliego reconoce: “Al público le encanta. El pueblo español necesita trabajar mejor sus duelos, porque la visión que tienen de la muerte es totalmente triste. Y nosotros celebramos la vida”.

Esta diferencia cultural se hace visible gracias a su iniciativa interactiva, una pared de pósits que ya es frecuente en las exposiciones de la Casa, donde se invita a los visitantes a participar dejando un mensaje o reflexión para sus propios difuntos. Como afirma Pliego: “A todos se nos ha muerto alguien y todos vamos a morir. Por eso, mejor saber que los muertos regresan y que están siempre con nosotros”.

Panel participativo “Deja un mensaje para tu difunto consentido” | L. F.

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