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Carmen Mola: “El primer éxito de un escritor es terminar su novela”

Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez regresan a la fórmula ganadora: siglo XIX y editorial Planeta. Esperan publicar en otoño

En 2021 el mundo de la literatura en España dio un vuelco al descubrir que detrás de Carmen Mola, la nueva referencia de la novela negra, se escondían los guionistas Antonio Mercero, Jorge Díaz y Agustín Martínez. Los tres son titulados por la Universidad Complutense y estudiaron en la Facultad de Ciencias de la Información. Antonio y Jorge, Periodismo, y Agustín, Imagen y Sonido. Después de cinco novelas, traducciones, reediciones, giras internacionales, un Premio Planeta y una adaptación televisiva, lo que comenzó como un experimento entre amigos se ha convertido en uno de los fenómenos literarios más importantes de la década. Hoy, Carmen, siempre dispuesta a atender a un estudiante de Periodismo, se desdobla en dos de sus creadores, Antonio y Jorge, para compartir secretos y opiniones sobre la vida y la literatura, que vienen a ser la misma cosa.

Carmen Mola va a libro por año y supongo que les ocupa la mayoría del tiempo, ¿siguen trabajando también por separado?

Antonio Mercero: Sí, yo estoy con una novela mía, compaginando.

Jorge Díaz: Yo estoy con mi parte de la nueva de Carmen Mola. Cuando Antonio acabe su novela, se pone él con Carmen Mola y cuando acabe yo mi parte, empezaré con mi novela.

¿Qué pueden adelantarme sobre el libro nuevo? Vuelve el siglo XIX, ¿volverá Lucía?

JD: Lucía se acabó. Pero hay tres personajes de La Bestia que sí van a aparecer.

De los que sobrevivieron, que no son muchos…

AM: (Risas) Sí, no había mucho donde elegir…

JD: Yo siempre quise dejar viva a ****, pero esto no lo pongas que es spoiler . (Risas).

Los tres fueron alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información

¿Es también para Planeta o seguís con Alfaguara?

JD: Esta es para Planeta. Si la quiere, que esperamos que sí. Tenemos el compromiso de entregarla en primavera para que la publiquen cuando quieran. Esperamos que en otoño.

Siempre dicen que con Carmen Mola buscaban trasladar su experiencia en guiones a la literatura, ¿cuánto de televisión hay en sus novelas?

AM: El mejor ejemplo de cómo trasladar la tele a la literatura es el primer mandamiento televisivo: “No aburrirás”. No puedes dejar que la gente cambie de canal. Escribimos como en la tele, sabiendo que la paciencia de un espectador dura dos minutos y que debes engancharle desde el principio. Eso lo intentamos trasladar a la literatura.

Es verdad que sus libros son muy televisivos, muy dinámicos.

AM: La academia de cualquier escritor de hoy ya no es Tolstoi, son las series de televisión. Nosotros, además, somos guionistas de profesión, pero cualquier escritor que se ponga a hacer novela negra tiene en la cabeza Los Soprano, El silencio de los corderos… Esa ya es nuestra academia, mucho más que los libros. Al final, las series son el formato de ficción más popular y las que más han renovado la narrativa, yo creo.

“La escuela de los escritores de hoy ya no es Tolstoi, son las series de televisión” 

Se atreven con temas espinosos: maternidad subrogada, anti-gitanismo, identidad sexual…

JD: Todo cabe, todo se puede hacer si se encuentra la forma de hacerlo.  En una novela, igual que en una serie, hay varias cosas importantes. Una son los personajes. Años después, tú no te acuerdas de lo que pasaba, te acuerdas del personaje. La otra cosa importante es la trama, sobre todo en una novela como las nuestras. Cuando escribimos Las madres, no teníamos la idea de que la novela fuera sobre la maternidad. Sin embargo, no trata solo de la gestación subrogada, es una novela sobre las madres y las muchas maneras de ver la maternidad.

AM: A las firmas de libros han venido a veces hasta tres generaciones de la misma familia, la madre, la abuela y la hija. Increíblemente, estamos escribiendo para todos los públicos, aunque haya violencia contra las mujeres, contra los niños, violaciones, trata de personas… Nos leen chavales de 15 y nos leen abuelas de 80. Eso es asombroso.

JD: Cuando empezamos La novia gitana, no pensamos que fuera a ser tal éxito. Uno siempre debe de tener claro que el primer éxito es acabar la novela que tiene entre manos. El segundo es que te publiquen, el tercero que te lea alguien, el cuarto que guste y el quinto que te publiquen fuera de España. El Premio Planeta, ni te lo planteas. Cuando hicimos la primera, el éxito fue terminarla. No íbamos ni a hacer promoción, había sido un juego, un experimento. Creíamos que no nos había quedado mal y lo dejamos abierto por si funcionaba. De repente, todo se pone de cara y tienes lo que llevas buscando toda la vida. Y dices “¿cómo lo has hecho?”. ¡Y no lo sabes! Si lo hubiera sabido, lo hubiera hecho antes. Y yo solo, sin compartirlo con ellos. (Risas)

AM: Hay un ingrediente muy importante de suerte, en los éxitos y en la vida en general. Pero tampoco nos queremos quitar mérito y pasarnos de modestos. Supongo que hay decisiones que tienes que tomar que nosotros tomamos bien.

Volviendo al tema de la maternidad, me llama la atención la dedicatoria inicial de La bestia: “A mi madre”. ¿Quién es la madre de Carmen Mola?

AM: Esta es una de las casualidades que hay entre nosotros. Somos personas muy diferentes, pero los tres somos huérfanos de padre. Y cada uno quería dedicarle un libro a su madre. La duda era si poner “A nuestras madres” o poner el posesivo singular, como hicimos al final.

JD: Ha habido gente que pensaba que nos la dedicábamos a nosotros mismos, porque la madre de Carmen Mola técnicamente somos nosotros tres.

¿Supieron pronto que lo suyo no era el periodismo sino la ficción?

JD: Yo sí, nunca me gustó demasiado el periodismo.

AM: Yo no. Trabajé dos años como periodista y me encantaba.

Antonio, usted trabajó con Manu Leguineche y estuvo ejerciendo en Nueva York…

AM: ¡Leguineche me sugería como corresponsal del ABC en Londres! La verdad es que me sucedieron cosas buenas muy pronto. Sin embargo, a veces, al escribir una noticia, me daba un poco de pena que no hubiera sucedido de otro modo, y ahí ya me asomaba al terreno de la ficción. (Risas)

Pero fue el cambio fue casual. Me enamoré, necesitaba dinero y tenía la oportunidad de escribir para Farmacia de Guardia, que hacía mi padre y se pagaba muy bien. Fue por necesidad económica y por amor.

“Cuando hicimos la primera novela, el éxito fue terminarla. No íbamos ni a hacer promoción, había sido un juego”

Antes del boom de las series y el streaming, ustedes ya estaban en el corazón de la tele.

AM: Vivimos la primera época dorada, que fue la llegada de las teles privadas

JD: Cuando empezó Farmacia de Guardia, las privadas empezaron a hacer cosas mejores. Antonio Mercero padre venía de TVE de hacer Verano Azul, Turno de Oficio…  Aquello ya eran series bien hechas, pero caras. Después de Farmacia de guardia vino Médico de familia, Periodistas… y nosotros entramos en aquel momento.

¿Cuánto hubiera durado el anonimato de Carmen Mola si no hubiera ganado el Premio Planeta?

AM: No teníamos ningún plan, supongo que más pronto que tarde habríamos dado la cara.

JD: Teníamos la sensación de que estaban a punto de pillarnos. Luego se demostró que era falsa, pero de vez en cuando aparecía por ahí el nombre de alguno, o nos enterábamos de que alguien que lo sabía se había ido de la lengua.

AM: Era un secreto a voces, o esa era nuestra impresión. Luego, con el Planeta se vio que nadie tenía ni idea. Algún listillo hubo, pero…

¿Sirve de ayuda la formación periodística para la labor de documentación?

JD: Supongo que sí, pero ayuda más la curiosidad. A mí me encanta pasear por Madrid y enterarme de cosas. Si me entero de que en tal sitio estaba la lonja del almidón, donde se vendían objetos robados, lo voy a meter en la novela. La curiosidad es lo más importante. Y en el periodismo también.

AM: Cuando yo era periodista, para documentarte tenías que irte a un archivo a leer carpetones amarillentos. Ahora, desde tu casa lo tienes casi todo a golpe de clic. Manuel Leguineche, mi maestro, cuando bebía un poco me decía “la cultura es un lastre, Antonio, no sirve para nada”.Lo decía con mucha amargura. Pero para un novelista la cultura no es un lastre porque todo puede terminar en la novela.

¿Cuándo se acaba el proceso de documentación y empieza el de escritura?

JD: Realmente no se llega a acabar nunca, ni siquiera cuando empiezas a escribir, siempre hay que ir haciendo consultas. Si yo quiero sacar a un personaje del siglo XIX cenando, no puede tomar ensaladilla rusa y croquetas, tengo que buscarle un menú.

¿Y les pasa lo mismo al escribir? ¿Cómo saben que el libro está listo?

JD: Borges le decía a Bioy Casares, o era al revés, no me acuerdo, “¿Para qué publicamos? –

Para poder dejar de corregir”.

AM: Es una de las tragedias del escritor, el libro nunca está a tu gusto. Siempre mola más en tu cabeza que en el papel. Siempre crees que algo se puede expresar mejor, y seguramente se pueda, y al final te estás midiendo con tu medianía. Afortunadamente, los tres somos rápidos, si no, no podríamos llevar el ritmo que llevamos de novela al año con promociones entre medias.

Jorge Díaz y Antonio Mercero se despiden, y vuelve a quedar Carmen Mola, la profesora universitaria que desde el anonimato supo enganchar a miles de lectores con sus frenéticas escenas televisivas plasmadas en papel. La polémica no dura para siempre, pero la literatura sí y, consciente de ello, Carmen escribe sus novelas. Y lo que es mejor: piensa seguir haciéndolo.

Jorge Díaz y Antonio
Mercero al terminar la entrevista. Foto: Ignacio
Carrascón

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