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Científicos por un día

Alumnos del Colegio San Gabriel y del IES Renacimiento, protagonistas de una jornada de ciencia en el ICTAN con el objetivo de combatir la desinformación

“Hoy vamos a ser científicos”. Así eran recibidos los alumnos del Colegio San Gabriel y del IES Renacimiento. Por delante, una jornada llena de ciencia en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN). Divididos en siete talleres, los estudiantes trabajaron con el propósito de desmentir bulos y de combatir la desinformación a través de la ciencia.

Diez de la mañana. Acudían todos muy puntuales al encuentro y eran recibidos en el salón de actos del ICTAN. Allí les dieron libretas, bolígrafos, pendrives y folletos para que no se les escapara ningún dato. La jornada comenzó con una breve explicación de qué iban a hacer y cuál era la misión. El día se marcaba con dos objetivos: ser científicos por un día y así poder transmitir la vocación científica y convertirse en divulgadores. Es en este punto donde se les pidió que inundasen las redes sociales con cosas reales lejos de las fake news

Cero despilfarro

Tras esta breve bienvenida, comenzó la charla sobre el despilfarro de alimentos de la mano de Ana Veses. La ponente dejó a los alumnos asombrados con la cantidad de alimentos que se tiran a la basura cada año en España: 7,7 millones de toneladas. Esto convierte al país en el séptimo donde más comida se tira. Según Veses: “Si es feo el alimento, se desecha”. Pero esa no es la única razón. Aparte de los estándares estéticos, actualmente la producción excede a la demanda, hay grandes cantidades de alimentos que no acaban consumiéndose en los supermercados y el hecho de ir tan rápidos no nos hace pensar en cómo reutilizar y nos deshacemos del alimento. Como curiosidad, apuntó que en Madrid, donde se tira menos comida es en la Moraleja, “debido a la capacidad que tienen sus habitantes de calcular y comprar productos frescos”. Y el alimento que más se tira es el pan, seguido de las frutas y verduras. 

En España se tiran cada año 7,7 millones de toneladas de alimentos

Ana Veses

El despilfarro supone un alto coste económico, además del medioambiental, pero hay soluciones. Como explicó Veses, en el ICTAN se trabaja con los desechos de los alimentos que no se utilizan para incluirlos en otros, mejorar por ejemplo el contenido en fibra.

Ana Veses durante el taller “Despilfarro de alimentos, la sostenibilidad está en nuestras manos”. Foto: L. Gabriel Martínez Montenegro

La mayor parte de los alumnos comentaron: “Se tira un mogollón de comida. Mucho más de lo que yo pensaba”. Según ellos, los alimentos que más tiran son el pan y los yogures. Por ello, dijeron que a partir de ahora el objetivo está en intentar reutilizar la comida que no se vaya a comer y en especial, concienciar más a la población.

“¡Batas y guantes puestos!” Tocaba dividirse por los grupos de los talleres donde iban a trabajar con el objetivo de recibir la formación para después transmitirla al resto de sus compañeros en las ferias que se realizarán en los próximos meses. Caras de ilusión y nervios inundaban el vestíbulo del ICTAN. Cada taller estaba compuesto por siete u ocho alumnos.

Siete talleres

Especialmente divertido e interesante fue el taller sobre el cacao, que se dividió en dos partes: una charla de la investigadora del ICTAN María Ángeles Martin para diferenciar el cacao del chocolate, desmontar mitos y realizar una cata de chocolate. Y una sesión a cargo de Sonia Ramos, también investigadora del ICTAN, con el propósito de avalar mediante la ciencia lo que se ha explicado.

En el siguiente taller, de la mano de Sonia Gómez y Belén Zapatera, los alumnos vieron qué herramientas deben utilizar para valorar su estilo de vida. Y ya no solamente respecto al estudio de la dieta, sino también analizar otros factores como el sueño, el estrés o el consumo del tabaco. 

En el taller impartido por Tatiana Pintado, los alumnos supieron interpretar la información nutricional que se presenta en el etiquetado de los productos. Dentro de esta interpretación, lo importante es el análisis sensorial, donde hicieron una cata y pudieron ver cuáles son aquellos parámetros más o menos atractivos para el consumidor.

En la dieta, los azúcares son necesarios, pero no de manera excesiva. De lo contrario, esto puede ser perjudicial para nuestro organismo. En el taller dirigido por Estela de Vega, Inmaculada Álvarez y Beatriz Díaz, los alumnos diferenciaron el azúcar presente de manera natural en los alimentos y en las bebidas refrescantes. Además, realizaron una cata de refrescos con el objetivo de analizar los azúcares presentes en las mismas.

Sonia Gómez y Belén Zapatera, durante el taller “¿Lo que hago cada día influye en mi estado nutricional?”. Foto: L. Gabriel Martínez Montenegro

El consumo de fibra diario debería ser de 30 gramos. Este componente de origen vegetal tiene muchos efectos en la salud: regula el colesterol, evita una subida brusca de la glucosa o reduce el riesgo de cáncer de colon. Además de toda esta información, Jara Pérez dirigió este taller y les enseñó a los alumnos a saber cuánta fibra tiene un alimento.

El consumo de fibra diario debería ser de 30 gramos

Jara Pérez

Buscar el “dorado pero no pasado”. Esa era la idea principal del último de los talleres, “El lado oscuro de los alimentos procesados”, impartido por Marta Mesías. Cuando los alimentos están procesados de manera natural se genera un contaminante químico, llamado acrilamida. Patatas fritas, pan tostado o croquetas, son algunos de los alimentos sobre los que trabajaron para determinar dónde había más acrilamida.

Los alumnos se mostraron muy satisfechos de la jornada celebrada. Un alumno que formó parte del taller del cacao aseguró que compartirá con sus amigos y familiares el conocimiento de cuál es el verdadero chocolate. Varias alumnas que participaron en el taller sobre la fibra se mostraron entusiasmadas: “Ahora somos más conscientes de que tenemos que comer un mínimo de 30 gramos de fibra”. 

“Ahora les toca a ellos. Tienen los conocimientos suficientes para divulgar toda esa información en las ferias de sus centros y ser unos auténticos divulgadores de ciencia”, coincidieron las investigadoras que dirigían los talleres.

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