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Guillermo y las alturas

Al subcampeón de paraescalada del mundo la ceguera no le impide llegar a la cima

Guillermo es un joven de 20 años apasionado del deporte que, con menos de un 2% de visión, es subcampeón del mundo de paraescalada y estudia Trabajo Social.  A través de las redes sociales, comparte su filosofía -reflejo de la actitud que le ha conducido a cada uno de sus logros- con el fin de inspirar y reivindicar la inclusión de personas con discapacidad. Así combate los prejuicios sobre las personas con baja visión y da paso a unas nuevas definiciones sin límites. 

Pregunta: A los tres años recibe un diagnóstico: retinosis pigmentaria y amaurosis congénita de Leber, ¿cómo fue el proceso de aceptación y adaptación? 

Respuesta: Fue duro para mis padres. La única referencia de alguien ciego era mi abuelo, una persona ciega en un pueblo pequeño de Galicia, sin recursos. Me matricularon en un colegio privado, pero cuando necesité apoyo de la ONCE me invitaron a irme para no bajar el nivel del centro. Entonces me fui a uno público y me enseñaron a leer en tinta y en braille. Empecé a escalar cuando mi padre se unió a un grupo de la ONCE para aprender a guiar a personas ciegas en la montaña. 

P: ¿Cómo es el día a día de un subcampeón del mundo de paraescalada? 

R: Hay mucho trabajo detrás. Entreno lunes, miércoles y viernes, cinco horas cada día. También hay que prepararse psicológicamente para saber gestionar los nervios y el estrés en las competiciones porque una cosa es la motivación por la competición y otra, la motivación por el deporte. Hacemos ejercicios físicos y mentales, otros de escalada y tecnificaciones con la Federación Madrileña dos veces al mes.

“Utilizo las redes sociales para ayudar a los demás. Y eso me ayuda también a mí a llevar mejor la discapacidad”

P: Practica esquí, surf y equitación. Sin embargo, la escalada ocupa la mayor parte de su tiempo. ¿Por qué eligió este deporte? 

R: Porque es un deporte súper autónomo. La gente piensa que no, pero para los ciegos es uno de los mejores deportes que podemos hacer porque lo único que necesitamos es una pared y un guía que nos diga por dónde ir. Además, viene muy bien para la percepción y el control corporal, que muchas veces en personas ciegas están más limitados. 

P: ¿Cuáles son las barreras que es urgente subsanar para un ciego en su día a día? 

R: Los procesos de concienciación y de autoconocimiento no son los mismos para todos. Yo, por ejemplo, al principio me negaba a usar el bastón por los prejuicios. En cuanto a la discriminación, en el instituto tuve un grupo de amigos -bueno, “amigos”- que me dijeron que no querían estar conmigo porque, al ser ciego, me tenían que ir guiando. Las barreras arquitectónicas también nos dificultan mucho la vida, la accesibilidad no es un capricho. Lo cierto es que nadie piensa en el día a día de las personas con discapacidad.

P. Alguna vez ha comentado que algunos chicos ciegos le escriben a su cuenta de Instagram para darle las gracias porque, gracias a sus publicaciones, consiguieron salir de la cama y tratar de cumplir sus sueños. ¿Qué le llevó a empezar a publicar contenido sobre de las discapacidades? 

R: Empecé a hacer una sección que se llamaba “Diario del ciego”, donde contaba mis anécdotas. Entonces, una amiga y mi padre me dijeron que, al igual que otros usaban las redes para el postureo, yo podría utilizarlas para lograr un impacto positivo. Pero ayudar a los demás me ayuda también a mí a llevar mejor la discapacidad, lo llamo el efecto boomerang. Hace poco, me habló un señor al que le había dado un infarto y uno de los efectos secundarios es que había perdido la visión por completo. Me dijo que gracias a mis vídeos había recuperado las ganas de hacer cosas. 

“Unos amigos del instituto me dijeron que no querían estar conmigo porque me tenían que ir guiando”

P: En su cuenta de Instagram colgó un vídeo en el que su padre se ponía en la piel de un ciego. ¿Qué cree que significó para él ese ejercicio, cómo se sintió, qué le contó? 

R: Mi padre es muy defensor de mi autonomía, pero a veces lo lleva al extremo. Por eso me gustó mucho que viviera esa experiencia, porque así ve que cuando yo le pido ayuda no es una tontería. Él me decía: “vete indicándome” y yo le respondía: “ya, pero es que muchas veces tú tampoco me lo indicas”. Ese ejercicio para concienciar siempre está bien.

P: Si tuviera que resumir en una frase su contenido de concienciación en redes sociales, ¿cuál sería?

R: Los límites te los pones tú mismo, que nadie te diga dónde puedes llegar.

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