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Las primeras periodistas 1850-1931, la obra que pretende reivindicar la sororidad en la profesión

La presentación ha tenido lugar en la sala de conferencias de nuestra facultad

La periodista Carolina Pecharromán, antigua alumna  licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se ha adueñado de la sala de conferencias del Edificio Aulario para dar a conocer su más reciente trabajo: Las primeras periodistas 1850-1931, una reivindicación del papel de las periodistas de los siglos XIX y XX.

La autora despertó el interés de medio centenar de asistentes, la mayoría de ellos estudiantes de Periodismo, que tomaron apuntes para sus clases y vieron avivado su entusiasmo durante la ronda de preguntas. Acudieron a la presentación los profesores Asunción Bernárdez, Andrea Donofrio y Pilar Díaz Sánchez.

La obra de Pecharromán derivó de una tesis doctoral dirigida por Díaz Sánchez, quien terminó estableciendo amistad con la editora de Igualdad de Radio Televisión Española (RTVE), y que describió el resultado como «un trabajo doblemente satisfactorio» debido a ello. La esencia de Las primeras periodistas 1850-1931 es desmentir que no hubiera feminismo en la España del siglo XIX, fundamentándose en que «el asociacionismo» había comenzado desde antes del período republicano, que concedió a las españolas derechos como el voto.

La presentación supuso un recorrido por la historia en el que se citaron referentes como Concepción Arenal y Juana de Vega, quienes se enfrentaron a las instituciones para solicitar mejoras generales y en el trato a las mujeres, o Margarita Pérez de Celis, Faustina Sáez de Melgar y María Josefa Zapata, siendo el caso de esta última uno de los mejores ejemplos de sororidad entre mujeres periodistas, o Carmen de Burgos y Consuelo Álvarez Pool, conocidas respectivamente como Colombine y Violeta. Según Pecharromán, cuando ella era estudiante en la Facultad, ni siquiera se hablaba de Emilia Pardo Bazán como periodista. La periodista aseguró que, durante su investigación, inicialmente se había interesado por las Sinsombrero (uno de los grupos de mujeres artistas con mayor difusión en la década de 1920) pero que al retroceder en el tiempo se enamoró «locamente y apasionadamente» de las periodistas decimonónicas.

La noción de huir del presentismo ha sido otro de los puntos centrales del acto, basado en la importancia de considerar adecuadamente el contexto temporal, y para ello la autora aportó el siguiente ejemplo: “Para una mujer de cualquier edad ahora mismo, entrar en una cafetería es un acto normal. Para una mujer del siglo XIX, entrar sola en una cafetería era un acto revolucionario, y probablemente la expulsaran”. Consecuentemente, su obra analiza el contexto espacial comparando España con Francia e Inglaterra.

La sororidad entre las periodistas se manifestaba entonces, por ejemplo, en la creación de revistas con un elenco completamente femenino, pues de lo contrario, los méritos se atribuyen al único hombre de la plantilla; en dar publicidad a triunfos de las otras y en gestos como la suscripción pública realizada por Sáez de Melgar, directora de la revista La Violeta, para que Zapata pudiera operarse de la vista.

Los alumnos asistentes mostraron interés durante la ronda de preguntas. Hacia el final del acto, un estudiante preguntó cómo fue estudiar la trayectoria y el trabajo reivindicativo de estas periodistas y ver que “ahora se está volviendo a lo mismo”, a lo que la autora respondió: “Se aprende que hay muy pocas cosas nuevas en esta vida y a cada ola ha seguido una contraola”.

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