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Jesús Pérez Gil: “Para los estudiantes es más importante votar en estas elecciones que en las generales”

Jesús Pérez Gil renunció el pasado mes de febrero a su cargo en la Plataforma de Investigadores de la UCM para concurrir por primera vez a las elecciones al Rectorado. Ex-decano de la Facultad de Biología, presenta un perfil científico con el que pretende poner en valor la labor de investigación y su papel para transformar la sociedad. Además de hacer hincapié en la gran relevancia de estas elecciones para el futuro de la comunidad universitaria, y destaca la importancia de que, independientemente del resultado, cuenten con una alta participación estudiantil. 

¿Cómo afronta esta candidatura a rector de la UCM? 

Es un poco una aventura, un desafío. Es muy enriquecedor hacer el esfuerzo de analizar y entender los complejos y diversos ambientes de la universidad y convertirlo en una propuesta que sea coherente y explique de manera clara la idea que uno tiene. Llevo más de 30 años como profesor en la Complutense y creo que puedo aportar el resultado de esa experiencia en forma de propuestas que, como poco, sirvan para hacer pensar hacia dónde queremos ir.  

¿Por qué decidió presentarse a estas elecciones?

Después de muchos años trabajando, primero como director de departamento y después como decano, uno se da cuenta de en qué diferentes instancias hay que trabajar para conseguir que esta universidad cambie. En mi opinión, y en la de la gente que trabaja conmigo, estamos en un momento crucial. Primero, porque se está renovando mucho la institución, está entrando mucha gente nueva, joven y con ideas, y es importante que encuentren una acogida que les permita desarrollar esas ideas. Y también porque la pandemia nos ha obligado a cambiar y es un momento muy bueno para apoyarnos en lo que hemos construido, como la concepción de que la universidad puede ayudar a los problemas de la sociedad o la transformación digital que hemos tenido que llevar a cabo. Tenemos una oportunidad de cambiar las cosas, es ahora o nunca. 

¿Cuáles son los puntos clave de su programa que le podrían llevar a ser elegido el próximo día 21?

Está claro que para poder ser elegido hay que convencer a una parte importante de la comunidad universitaria, en todos sus estamentos y en todas sus áreas, y eso es un proyecto compartido. Creo que una de las asignaturas más importantes y difíciles es llegar a todo el estudiantado para conseguir una participación lo más alta posible y convencerlo de que este proyecto realmente va a cambiar para bien la universidad y su impacto en la sociedad. El resto de los colectivos son también fundamentales, pero los estudiantes van a tener un papel crucial y es importante que se hagan conscientes de ello y lo tomen con responsabilidad. Es decir, que analicen lo que se está jugando aquí y qué es lo que puede aportar su visión de hacia dónde debe moverse la universidad. 

Por primera vez en 200 años de historia hay cuatro mujeres candidatas. ¿Qué le parece este impulso de las mujeres para liderar una de las universidades más importantes del mundo? 

Estoy encantado, me parece una normalización de lo que debería ser. Es evidente que aquí estamos hablando de propuestas que surgen desde muchos ámbitos distintos, y no me parece normal que hasta ahora no hayamos tenido candidaturas lideradas por mujeres. Es importante que esto se normalice. Después, lógicamente, habrá que analizar cada una en sí misma, porque las candidaturas no son personas individuales sino equipos que, lógicamente, están formados por hombres y mujeres. En cualquier caso, sea quien sea el equipo rectoral que lidere la universidad a partir de ahora, es indispensable que busque la igualdad y la ejemplarice. 

De toda su trayectoria profesional, ¿qué destacaría?

He tenido la suerte de haber podido mantener de forma muy activa tanto mi faceta docente como mi faceta investigadora. Creo que la investigación es un aspecto muy importante en la labor de la universidad, no solo como actividad sino como instrumento de formación. Esta es una de las cosas que nos ha animado a presentar esta candidatura. Es muy importante interiorizar que la investigación debe ser integral al proceso formativo y a la labor social de la universidad. Y desde ese punto de vista, creo que la investigación proyectada a la sociedad, con transferencia a cuestiones de importancia social, da una idea de universidad más completa y comparable a las universidades más avanzadas de nuestro entorno internacional. 

Sea quien sea el equipo rectoral que lidere la universidad a partir de ahora, es indispensable que busque la igualdad y la ejemplarice

¿Es quizás esto lo más arriesgado a lo que ha tenido que hacer frente en su carrera? 

Sin ninguna duda, porque supone salir de la zona de confort y de la docencia y la investigación, que es el ámbito que uno conoce más. Un proyecto de universidad es un proyecto para todo el mundo, todas las áreas y todas las facultades. Y, además, influye en la vida de muchas personas, empezando por los más de 70.000 estudiantes que pasan por aquí cada año y siguiendo por todo el profesorado y el personal de administración y servicios, que tienen visiones muy distintas e intereses muy diferentes. Hay que conseguir implicarles a todos en un proyecto común y esta es la grandísima dificultad de esta tarea. Es un gran desafío, sin duda. 

¿Cuál será la primera medida que tomará si es elegido rector?

La primera medida, que es absolutamente crucial, es formar el equipo, un equipo suficientemente representativo, suficientemente bien ensamblado, diverso e implicado con el proyecto. Y después, empezar a trabajar para conseguir una visión complementaria de todos los ámbitos de implicación en el proyecto. Habría que reunir a todos los decanos y presentar un plan de acción para los seis primeros meses que empiece por una manera de organizar los procedimientos para hacerlos más eficientes. Utilizaremos la digitalización, la transparencia y la puesta en común para tener una estructura de trabajo con la que aprovechar todo lo bueno que tienen los diferentes centros en su forma de organizarse. 

Si es elegido, seguramente tendrá que dejar de dar clase, ¿qué echará de menos de la tarea docente?

He meditado mucho antes de dar este paso. Si la comunidad universitaria decide depositar en mí su confianza, deberé dedicarme en exclusiva al proyecto y eso implica renunciar a mi labor tanto docente como investigadora. Pero este año cumplo 35 años como profesor, creo que he desarrollado una actividad satisfactoria en todos los ámbitos y me parece que merece la pena emplear mis últimos años de dedicación profesional a esta labor de empujar por una universidad mejor. Tendré que encontrar, eso sí, una manera de ver a mis estudiantes, porque ni cuando he sido decano he dejado de dar clase. El trabajo con alumnos es muy motivador y supone una energía que no querría perder. 

¿Qué papel cree que deben jugar los estudiantes en esta universidad?

Después de darle muchas vueltas, me parece que todo esto solamente merece la pena si es para poner a los estudiantes en el centro. La universidad es el mayor instrumento de transformación social y es un instrumento para los estudiantes. Ellos son los que van a ir a las empresas, a las instituciones, los líderes del futuro. Si queremos cambiar la sociedad, debemos empezar trabajando aquí. Hay que hacer conscientes a los estudiantes del poder que tienen. Siempre digo lo mismo: es más importante votar en estas elecciones para cambiar la sociedad en el entorno en el que nos movemos que votar en las elecciones generales. En estas elecciones tenéis una influencia mayor y el impacto de cambiar la universidad va más allá de cómo vais a recibir las clases. Los estudiantes sois los que vais renovando la universidad, trayendo visiones distintas y sois vosotros los que debéis decirnos qué esperáis y qué queréis. Nosotros tenemos que convenceros, animaros y ponernos en sintonía con vosotros porque trabajando juntos es como vamos a poder cambiar las cosas. 

Como científico familiarizado con las patologías pulmonares, ¿qué valoración hace de la gestión de la pandemia por parte de la universidad? 

La gestión de la pandemia ha sido muy difícil, yo respeto muchísimo a todos aquellos a los que les ha tocado gestionar algo tan complejo. Muchos de los aspectos a considerar no tenían precedentes y ha habido que tomar decisiones difíciles sin saber con certeza si se estaban tomando adecuadamente, así que lo respeto profundamente. Habrá cosas que se hayan hecho bien y cosas que se han podido hacer mejor -me hubiera gustado una gestión más coordinada-, pero en general creo que hemos funcionado bien. 

En la Facultad de Biología hemos montado servicios de análisis complementarios que han ayudado muchísimo a mantener la actividad universitaria funcionando. Desde ese punto de vista, me siento muy satisfecho.

Usted propone en su programa la creación de la figura del ayudante, que estaría por debajo del profesor ayudante doctor, ¿cómo encajaría en el actual organigrama educativo? 

La figura del ayudante tiene su polémica. Hemos tenido discusiones importantes entre los diferentes decanos de los diferentes centros sobre qué papel puede jugar esa figura, que es similar a la que tenemos en las facultades de ciencias, por ejemplo, en la de Ciencias de la Salud, de doctorandos, investigadores predoctorales que hacen su tesis con un contrato de colaboración en actividades  docentes y que sirven como cantera de futuro profesorado. Esto, en algunas facultades, puede ayudar a generar esa cantera. Tiene su dificultad integrarlo, y ese es un poco el desafío, aunque no me parece que sea una vía igualmente válida en todos los centros. Pero como puede resolver problemas en algunos de ellos, hay que valorarlo. 

En su programa también destaca la importancia de analizar el impacto de la reciente bajada de los costes de matrícula. ¿Considera que la rebaja no es sostenible? 

Esto es algo por lo que nos hemos preocupado mucho los decanos y los que hemos estado en el Consejo de Gobierno, precisamente valorando el impacto de estas bajadas de las tasas. El problema es que la financiación de la universidad viene esencialmente a través de la Comunidad de Madrid. Solamente el 10% del coste real de la educación de cada persona viene cubierto por la matrícula, el 90% restante es financiado por fondos públicos. Si se reducen las tasas, para mantener la financiación tendría que haber un incremento equivalente a la aportación de la comunidad autónoma, y eso es lo que no tenemos muy claro que esté ocurriendo y debemos reclamarlo taxativamente. Las tasas que pagan nuestros estudiantes están entre las más elevadas del país y es justo que se reduzcan, pero si esto se convierte en una reducción de financiación global a la universidad, entonces hay que decirlo y hay que denunciarlo.

Imagen destacada: Jesús Pérez Gil, candidato a rector 2023. (Fotografía: Paula Parra, la videofactoría).

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